sábado, 26 de julio de 2008

Alexandro tiene un castillo.

Su nombre es Alexandro, Alexandro Dragosi, y tiene un castillo. Atravesó los Cárpatos y llegó a los valles centrales de la antigua Dacia junto a su mujer Ioana Camelia buscando un lugar mejor para vivir, que no más bonito, se establecieron en Alba. Ioana era hija de un pastor que siempre la llevó de trashumancia por toda Transilvania y entre risas dice haber visto a hombres lobos y a vampiros.

Alex es electricista pero no ejerce. Dice ser pariente de Drácula, eso comenta entre risas, pues a pesar de vivir en su castillo el lujo no le sobra. Afirma que ese parentesco con la figura del vampiro fue lo que le hizo enamorar a su mujer, aunque ella asegura que fue ella la que lo hechizó con los conjuros milenarios acumulados generación tras generación por las féminas de su familia.

Cuando su país entro a formar parte de la Unión Europea, el 1 de enero de 2007 su hijo Cösmin acababa de cumplir los 16 años, lo recuerda como si fuera ayer, esperando en el hospital de Alba mientras el resto de sus paisanos celebraba el nuevo año.

Su hija Marinela nació dos años antes, en un pequeño pueblo de Bihor, Cata Covasna, también en Transilvania y fue violada en Bulgaria, al principio de comenzar su periplo por Europa. Marinela quedó encinta y parió en Italia, un niño al que llamaron Bogdan y al que pusieron el apellido de su abuelo, Dragosi. Alexandro asegura que en un principio hubiese dado a la criatura en adopción, por proporcionarle un futuro mejor allí en Italia, pero ahora estaría dispuesto a matar por el pequeño Bogdan.

Salieron de Alba montados en un Lada en el que intentaron meter todas sus pertenencias, bajaron a Bulgaria, de allí a Serbia, de Serbia a Hungría y después Austria. Esto ya es otro mundo, pensó Alexandro al llegar a Viena, pero prosiguieron hacia el sur, llegando a Italia. Le pregunté el por qué de tanto tiempo para atravesar éstos países, y me contestó que en Serbia les robaron el Lada a punta de pistola y que gracias a Dios los ahorros económicos los había escondido Ioana pues de no haber sido así habrían muerto. Al menos no violaron a nadie ésta vez. Alexandro presume de la belleza de las dos mujeres de su casa, ambas rubias y de ojos de zafiro, con la piel tostada por el sol. Se sabe fuerte para protegerlas con la ayuda de Cösmin que ya es todo un hombre.

Eso de que Cosmin ya es todo un hombre lo recalca vanagloriándose, Cuenta como protegieron el castillo de los Zíngaros con piedras y como se enfrentaron a los Romanos cuando quisieron desalojarlos, que al final lo consiguieron, aunque no dejaron una dotación adecuada para retener el castillo y lo abandonaron esa misma noche tomando tan sólo la precaución de poner un candado en la puerta. Candado que reventó con sus artes nada más ver que se alejaban, pues como él dice, los Romanos conquistan para hacer ver al resto de los habitantes de la Urbe que hacen algo, pero después olvidan y los dejan vivir tranquilos hasta la próxima vez, una cada seis meses más o menos.

Tras reponerse Marinela del parto un compatriota le recomendó venir a España, al sur, buen clima y muchas oportunidades laborales, y así lo hicieron, atravesando a pie el sur de Francia y el levante español, viviendo de la caridad de los pueblos, pues en las ciudades por lo visto no eran tratados demasiado bien. Fue así como llegaron a Sevilla.

Todo me lo contó mientras andaba por uno de los caminos que discurren junto al Guadalquivir, olía a alcohol y empujaba un carro del Carrefour con chatarra. No me atreví a decirle que su castillo no es más que una caseta que el ayuntamiento de Camas tiene cedida a Emasesa, que sus murallas no son más que la acotación que produce el alambre al amarrarlo a cuatro pilares dispuestos en paralelo dos a dos y que su foso la cuneta de las aguas residuales del aljarafe que van a parar al Guadalquivir, no me atreví, y menos cuando me dijo que sabía que las leyes españolas le permitían poseer su castillo si permanecía en él diez años.

Lo vi tan feliz que no supe decirle que los bienes de los ayuntamientos son públicos, y como tales inembargables, imprescriptibles e inalienables, por lo tanto nunca podría operar la prescripción adquisitiva o usucapión, que es lo que él pretende, no, no seré yo quién le diga que los Romanos son la Policía Municipal ni que a los Zíngaros aquí los llamamos gitanos, y que seguramente querían la casetilla para vender o trapichear con sustancias ilegales. No, nada de eso le diré porqué se perfectamente que él lo sabe.

No hay que nacer precisamente en La Mancha para ser un Quijote. Cuando llega a su caseta, perdón, su castillo, Ioana lo besa dulcemente en la mejilla, y mientras Bogdan sale corriendo hacía él, Marinela sonríe tierna y orgullosa al ver llegar a su padre y a su hermano. Sí, es verdad, tiene un castillo y es el señor del mismo, el caballero que tiene el honor de defenderlo a pesar de tener que ir a buscar chatarra para subsistir y sobras de verduras los fines de semana del mercadillo del Charco de La Pava.

Castillo real de Alexandro, a la rivera del Guadalquivir.

miércoles, 23 de julio de 2008

ES BÁSICO, SIMPLE.

La gente piensa que preparar una barbacoa es fácil, y puede serlo. Es simple, básico. Se llama al personal que vaya a formar parte, se calcula la comida que se prevé que se va a engullir y la bebida que se va a consumir, se cogen los tickets de compra y se suman las cantidades, dividiendo la total entre tantos comensales como hayan asistido a tan exclusivo evento.

Pero el hecho de que sea simple, básico, no significa que siempre salga bien, de manera que en éstas líneas pretendo advertios de las vicisitudes que pueden llegar a ocurrir en la preparación de la susodicha reunión social, a saber:

A) Se llama al personal. Ésta premisa tan simple, básica, puede llegar a ser un calvario para el/la organizador/a del evento, “que si llamo a fulanita”, “que si menganita no viene si viene fulanito”, “hostia que se nos ha olvidado llamar a Pepito”, “que escusa más mala me ha dado Mariquita, coñio, si no quiere venir que lo diga claro y que no venga….”.

En fin, que entre pitos y flautas se te ha quedado, y esto es lo verdaderamente importante, un número indeterminado de gente, que oscilan, por poner, entre nueve y doce personas, es lo que desde ahora llamaremos “Número indeterminado=N.I.”.

B) Previsión de la comida a ingerir. Si tuviésemos el número del personal exacto no supondría mayor problema realizar el cálculo, es básico, simple, pero como el número de personas es la variable N.I. y espléndidos que somos la mayoría para no quedarnos cortos de viandas operamos siempre con el valor más alto de la variable, a saber, que si N.I.=(9;14) tomaremos siempre como valor a operar el 14, no descartando optar por el 15 ,“no vaya a ser que falte”, y multiplicando el factor por 0,25 kg. de carne, aunque dicha constante puede variar dependiendo de la persona que vaya a realizar las compras, pudiendo llegar a ser hasta de 0,5 kg. en determinadas ocasiones.

C) Previsión de la bebida que se va a consumir. En éste apartado contamos con dos variables. Es básico, simple. La conocida N.I. y la variable “total bebida a ingerir”, que se subdivide a su vez entre “total bebida a ingerir por personas del género masculino” y “total bebida a ingerir por personas del género femenino”, así que tenemos T.B.I. x N.I., de dónde T.B.I.=(T.B.I.M. x 2) + (T.B.I.F. x 1,5), entendiendo las constantes por litros de bebida. Es simple, básico.

D) Suma de los tickets de compra y división entre los asistentes. El punto más simple y básico de todos, N.I. que en éste caso ya será exacto y no oscilará, pues los que están son los que han venido y a los que les toca apoquinar, tras la división de la suma de tickets entre el N.I.

Pues todo el marco tan simple y básico de las operaciones queda reducido a cenizas cuando mandas a comprar la carne a alguien que no sabe que existe el N.I., y claro, al chaval le dicen:-Pues sobre unos diez.- y va y compra 10kg. de Churrasco, para no quedarnos cortos más las costillitas, y los choricitos ect…, y los que van a comprar a los hipermercados de turno hacen lo mismo, pero en vez de ir un par de ellos van cinco, y claro, todo lo que se le antoje a uno hay que multiplicarlo por 5.

Después resulta que las féminas son capaces de beberse en botellines lo que no hay previsto, y el personal masculino, en su línea se pica y bebe sin moderación, y es que el botellín bebible tiene su cosa, pero el fresquito casi congelado…

Llegados a éste punto llega la hora de hacer las cuentas, pero ¿Quién hace las cuentas resoplando con el buche lleno de churrasco y botellines? “Ahora la hacemos, anda, échame un cubatita” y lo que era de esperar, ni cuentas ni leches, “dame 20 leuros y ya bemo”, o “no te preocupes, que yo te pongo lo tuyo”, o “si yo he comprado el pan ¿Cuanto tengo que poner?” Etc…

En definitiva, que organizar una barbacoa no es algo tan básico ni tan simple, pues del resultado de no prever todos y cada uno de los puntos que os he ido nombrando se deduce:

1.- Que ha sobrado comida para alimentar a Somalia seis meses. ¿No sale más barato comprar un cochino y ya lo vamos congelando si eso?

2.- Que a las 16:00 horas se acaban los botellines, tanto los fríos como los bebibles. ¿Tan caro no sale un barril de cerveza no?

3.-Que el personal con la media etílica no es capaz de sumar 2+2, ¿Cómo va a sumar un ticket tras otro y lo va a dividir? Eso es ya misión imposible por mucha calculadora que traiga tu móvil campeón.

Resumiendo, que la semana que viene tenemos más carne, más churrascos, más costillitas, más choricitos y viandas varias, que el que se quiera apuntar que se apunte, eso sí, que traiga botellines antes de las 16:00 horas por favor, si no fríos al menos bebibles, y que ni se moleste en traer los tickets, que ya sabemos a cuanto salen y no los vamos a pagar, que con una barbacoa al mes, a mi por lo menos, ya no me queda dinero ni para aceite de la moto.

Es básico, simple.

viernes, 18 de julio de 2008

DESENCUENTRO.(Relato Corto)

Ocurrió poco después de que mi padre muriera en aquel nefasto accidente. Yo volvía del gimnasio con mi hermana, que se había ofrecido a recogerme en coche. Al llegar a casa sonó mi móvil, era Tere . Ella y yo salimos un par de veces antes de que pasara lo de papá. Yo estaba loco, loquito por ella, pero el verano y la distancia hicieron el resto para favorecer que la cosa no llegara a más, y después del tiempo, el olvido.
¿Y ahora éste S.M.S.? Sin dudarlo un segundo la llamé y quedamos esa misma tarde para ir al cine.

Cuando nos encontramos se agachó para besarme en la mejilla. Llegó por detrás y no me dio tiempo a reaccionar antes de sorprenderme de su llegada. No llevaba mucho tiempo esperando en la terraza en la que habíamos quedado, y me extrañó que llegase tan temprano, nunca estuvo la puntualidad entre sus virtudes. Al llegar por detrás tan sólo pude apoyar las manos en la silla y levantar mi tronco un poco, así que no se muy bien si le demostré toda la alegría que debía o se la hice sentir mediante mi expresión, que no encerraba más que ilusión y sorpresa por la puntualidad. Un beso fue suficiente para enlazar una conversación vaga, lisa y llena de formalismos. Era la vergüenza por la nueva situación, pensé yo, y que a medida que continuásemos contándonos nuestras cosas todo mejoraría.

Decidimos acceder con tiempo a la sala, pero con la buena suerte que tengo y la premura con las que sacamos las entradas no pudimos elegir butacas numeradas, y no encontramos tampoco dos juntas adaptadas a las circunstancias, así que localicé una para ella al final de la sala y yo me acomodé en el pasillo, intentando no molestar a nadie, tarea bastante difícil si estás en un pasillo del cine un jueves de estreno.

El inicio se retrasaba y a Tere se le antojó un helado, a mi la idea me hizo gracia, y como buen Quijote de la vida me ofrecí en ir a comprarlo, pero ella se negó alegando que le cuidase el asiento y que me dejara sorprender por el sabor de su elección Se refería a los helados, espero.

Y digo espero porque nunca lo supe, la notaba confusa, distante, demasiado educada y atenta. No soy un lumbreras en temas de pareja, pero sí se cuando se está forzando para agradar y quedar bien. Será el accidente, pensé, unido a mis miedos, ella era una preciosidad, culta, educada, simpática, agradable, soñadora, risueña, y yo creo que ya, no daba la talla.

Sí, sería el accidente, y aquello era compasión, no lo pude soportar, así que cuando llegó le regañé por haber tardado tanto, ella rió ofreciéndome un cucurucho de helado de pistacho, sabor que odio por otra parte, y ya en otro tono menos jocoso le dije que debía ir al servicio, que volvía en un minuto. Cuando enfilé la rampa del cine sabía muy bien que no volvería a la sala, pero como no soy de naturaleza descortés, aunque sí cobarde decidí hacérselo saber a Tere por otro S.M.S.

“Lo siento, no funcionará. No me llames. Te lo agradezco de todos modos. Un Beso”

No lo envié hasta que no me alejé lo suficiente del cine, no quería ver su reacción si llegaba a salir rápido y me encontrase.

Derramé algunas lágrimas y maldije mil veces mi destino. Guardé el móvil en el bolsillo de la camisa y empuñé con las dos manos las dos ruedas de mi silla empujándolas hasta mi casa, en la que mi madre me ayudó a salir del ascensor.
Tras cenar sin pronunciar palabra Mamá, con la mirada rosada sacó las fotos de Papá y mías en la sierra, las de la noche antes de que sufriéramos aquel nefasto accidente.

lunes, 14 de julio de 2008

NO HAY NADA PEOR QUE EL ABURRIMIENTO Y LA CURIOSIDAD.

No todos los días se levanta uno de igual forma, yo por lo menos no lo hago, aunque suelo despertarme de muy buen humor. Hoy no ha sido de esos días, para colmo he ido a correr con un esquizofrénico que me ha tenido recogiendo colillas con la lengua por todo el paseo de Torneo. Que sí, que ya lo se, que eso me pasa por salir a correr con esquizofrénicos, pues seguro, pero ya no tiene remedio, y como en vez de dos piernas ahora mismo tengo dos trozos de carne que vagamente obedecen las órdenes que les manda mi cerebro pues no he tenido más remedio que ponerme a escribir, y mira tu que cosa más extraña, que me he dicho a mi mismo, J.A.S. tu blog se está haciendo demasiado serio, y tu eres así, pero no tanto, y de vez en cuando meter tu notita de humor friky te vendría bien, pues es un mundo donde te mueves con cierta soltura.

Y dicho y hecho, aquí estoy escribiendo la tontería más grande que se me ha ocurrido en mucho tiempo, y es que estaba yo sentado en mi cama mirando el techo, concretamente una mancha que tiene forma de Luna en cuarto menguante, cuando se me ocurre que ¿De que nacionalidad serian los niños que nacieran en la luna? Sí, tengo una gran mente absurda pero, cual es mi sorpresa al descubrir que existe un Tratado Internacional en ese sentido (que grande es Google!!) y en él que se dice que “tanto los objetos como las personas están sujetos a la jurisdicción del país que los ha enviado”. Sí, eso está muy bien, pero que ocurriría si por un suponer, el Sr. Pedro Duque es enviado a una misión a la luna, y se enamora de la Sra. Smith, que además es la bióloga de la expedición y se parece a Anita Obregón cuando tenía 100 años menos (que estaba …), y Pedro la ve en la tierra, en las instalaciones de Cabo Cañaveral y siente de repente la llamada de la biología y en fin, que se embarcan los dos hacia la Luna a una misión de cinco meses y con los tres que ya llevan de relación y la ayuda de la ingravidez nace una criatura a la que bautizan con el nombre de Selene y que es de nacionalidad lunar.

La nacionalidad lunar no existe, así que puestos a indagar me doy cuenta que existe otro tratado internacional en el que se dice que el caso anterior sería un caso de extraterritorialidad, en el que regirán las mismas normas del estado que envió la misión, tal y como ocurre con los barcos o las aeronaves. Pero mi mente absurda va y recuerda que existe una estación internacional, y al ponerme de nuevo a indagar me doy cuenta que se llama ISS, y que está compuesta por distintos módulos, de E.E.U.U., Japón, Rusia, Canadá y la Agencia Espacial Europea, y que ya ha sido visitada por 21 expediciones de astronautas, ¿Qué leyes rigen en ella si es que además se van sumando cada vez más módulos para completarla?
Pues bien, de nuevo otra sorpresa, al darme cuenta de que existieron conversaciones jurídicas importantes, que llegaron a durar más de tres años para determinar la soberanía y la legislación a aplicar en ella. En un principio, E.E.U.U. pretendía que fuesen las normas estadounidenses las que se aplicasen en la estación, cosa que rechazaron de pleno todos los participantes, llegándose al acuerdo final de que cada módulo se convirtiese en una embajada (me imagino la luna de miel de la parejita mencionada anteriormente y lo bien que se lo iban a pasar en la Estación internacional, ahora te llevo a Rusia, ahora doy dos pasos y estamos en Japón, y ahora en toda Europa).

Otra nueva vuelta de tuerca, ¿Qué pasaría si uno de los tripulantes en un ataque de ira empezara a agredir a el resto de los de la misión? Pues resulta que para eso hay solución, se aplicaría la normativa del país del agresor (líbrenos Dios del Derecho Internacional). Pero ahora otra más difícil, ¿Qué pasaría con las parejas que quisieran contraer nupcias en esta situación? Y yo pensaba que era raro, resulta que ya hay una que lo ha hecho, se trata de el astronauta Ruso Yuri Malechenco y la estadounidense Ekaterina Dmitriev, que se casaron aprovechando la legislación de Texas, lugar en el que se encontraba la novia y uno de los pocos estados de América que admite el matrimonio por poderes, pero ¿Qué pasará cuando las compañías privadas empiecen a ofertar vuelos extra-orbitales sólo con éste fin?

Pero como diría Super Ratón, no se vayan todavía, aún hay más, existe hasta un tratado internacional de Responsabilidad por daños Aeroespaciales, que se aplicó por primera vez en el incidente de 24 de Enero de 1978, cuando un satélite de la C.C.C.P. , como diría Urdaci y mi amigo Nefer, repartió desechos radiactivos por todo el norte de Canadá, que previo pago por parte de la U.R.S.S. a Canadá de los daños y los perjuicios no quedó más que en una anécdota, pues al fin y al cabo viene a ser lo mismo que llamar al seguro diciendo que has dado un porrazo por detrás. Además, si ya tiene que ser triste vivir en Canadá, imagínate en el norte, que está más allá que el estrecho de Bering y que además tiene residuos radiactivos. Anécdota al fin y al cabo que tardó tres años en solucionarse, que no veas tu lo que tienen que llevarse de calentito los abogados de los seguros especializados en estos temas.

Otra de las grandes mentiras de el tema estelar, y lo digo para que no os engañen es que existe otra normativa que reza que “El espacio, sus órbitas y sus cuerpos celestes no pueden ser apropiados por ningún estado”, sumando a ello que los tratados internacionales sólo dotan de personalidad jurídica a los estados, tampoco pueden ser objeto de apropiación por ninguna otra entidad, es decir, particulares o empresas, lo único que se puede hacer es “explotar los recursos del universo”, que a la vista de las normas tendría una normativa similar a la que rige para los fondos marinos y oceánicos, es decir, se crea una entidad internacional que es la que decide en estos aspectos. Así que ojito, todo el que tenga comprada una parcela en la Luna o en Marte, que sepa que no tiene justo título de adquisición, y tiene el mismo valor que un cheque expedido por Julián Muñoz.

Para terminar, añadir que en todos los tratados se alude al uso pacífico de la exploración espacial, pero la gran mayoría de los países que tienen acceso al espacio están generando basura cósmica, que se sigue admitiendo como uso pacífico de la exploración sin que exista normativa al respecto, es más, en la última normativa con respecto a la explotación lunar aparece la rúbrica de trece países, y ninguno de los trece firmantes tienen ni se prevé que tengan acceso al satélite en los próximos treinta años, eso es hacer las cosas con previsión, sí señor.

En fin, que pretendía hablar de nimiedades y me ha salido un texto digno de la revista jurídica "La Toga", y es que uno, al fin y al cabo está muy pero que muy desaprovechado.

jueves, 10 de julio de 2008

MANERAS DE VIVIR

Una vez escuché a no se quién, hace muchísimo tiempo, una reflexión muy acertada, decía “El hombre, como especie, ha organizado sus sentimientos de manera completamente equívoca, vivimos con nuestro o nuestra amante y salimos de vez en cuando con nuestros amigos y amigas, cuando deberíamos hacer lo radicalmente opuesto: convivir con nuestros amigos y amigas y salir de vez en cuando con nuestros amantes”.

La frase, expuesta así en frío, resulta de lo más chocante para nuestras tradiciones, aunque pensándolo bien es cierto, lógico y sensato. Con los amigos puedes compartir más desapasionadamente las minucias cotidianas: de ellos aceptamos los errores y respetamos sus manías, son así decimos y no pretendemos que cambien, somos menos exigentes, más comprensivos. Ésta postura resulta más relajada y ayuda a resistir la pléyade de pequeños mosqueos que suelen presentarse en la convivencia. Un ejemplo, el uso del único baño en una casa compartida por amigos puede estar perfectamente regulado, pero en el convivir de una pareja puede llegar a broncas formidables. Lo mismo ocurre con el olvido de algún cumpleaños, del uso del mando a distancia, de las salidas, de las llegadas. Vivir con un amigo no es el ideal de la tranquilidad, pero sí más calmado, mientras con la pareja la cosa suele complicarse por lo más mínimo sin que sepas muy bien la razón.

Podríamos decir que el énfasis con el que discutimos con nuestra pareja hasta el último euro de un recibo, cuando lo hacemos con los amigos pasamos a ser las personas más rumbosas y desprendidas del mundo, así que pienso que eso es lo que deberíamos revertir, es decir, aprovechar esa pasión para salir a comer juntos, a cenar, a amarnos, lo que suena la mar de bien, y volveríamos después a la madriguera hogareña con los amigos, que no van a mosquearse si llegamos tarde ni se van a considerar menospreciados, ni esperaran en vela. Así visto parece el edén en la tierra.

Lo parece pero no es tan sencillo, Ya está todo inventado, ensayado y probado, y también ese modelo de convivir: amigo en casa y amante en calle. Y no funciona ciertamente bien; empiezan a aparecer los espectros; los ancestros vitales, esos que te dicen que cuando caes en el amor, como dicen los británicos, sólo quieres compartir las 24 horas del día con esa persona, si no lo haces, si no cedes a esa ambición de fundirte con el otro la cosa a menudo se marchita. Convivir con el amigo y citarse con el amante es una fórmula ideal y lógica, pero el maravilloso mundo de las pasiones y los afectos no es ni lógico ni previsible, mucho menos codificable, es más bien básico y visceral. Aunque amamos con el cerebro, con el lado izquierdo concretamente, nosotros sentimos que queremos con la sangre que palpita en nuestras muñecas sin que la podamos controlar, con los sueños, con nuestro aura, con lo que no conocemos de nosotros.

Al amar somos lo que somos, o lo que nunca sospechamos que podríamos llegar a ser, a penas nos reconocemos cuando estamos enamorados, hemos llegado a hacer locuras que después, recobrada la razón hasta nos ruborizamos, aunque espero que nunca nos avergoncemos por ello, yo al menos nunca lo haré. ¿Es cierto que yo hice eso? ¿De verdad le dije eso? ¿Fui capaz de escribirle una carta tan cursi? Pero al mismo tiempo, que fantástica aventura, que emoción, que forma de enajenarse, de cambiar la rutina. Al enamorarnos vivimos otra vida, es como vernos en una película, jamás seremos tan altos, tan guapos, tan sumamente inteligentes y graciosos, libres, espontáneos o creadores que cuando estamos hirviendo en la fiebre de un amor.
Más tarde llega la convivencia, y esa hoguera se apaga, aunque cuando la cosa va bien siempre quedan los rescoldos. Y éste es otro problema, otra aventura oculta hacia nadie sabe donde, es aquí cuando nos molestan las inocentes manías del otro que de un amigo estaríamos dispuestos a pasar por alto. Nos molestamos por menudencias y protestamos por jilipolleces. Le pedimos a nuestra pareja que sea padre y madre, hijo y hermano, amante, amigo, maestro y alumno, cat woman o 007, enfermera, princesa de cuento o cenicienta, pues no hay mayor ambición para el enamorado que la persona querida lo sea todo.

Tal vez sea por eso, por ambicionar eso, por lo que insistimos en vivir con nuestros amantes, aún a costa de los inconvenientes mencionados y la tranquilidad que nos daría el vivir con los amigos. Los amigos son el ancla de los afectos, el sentimiento que macera con los años, el edificio sólido de saber qué es uno y qué el otro y viceversa, son tu base. El esqueleto.

Pero los amantes, tu pareja, es la carne doliente y palpitante, la realización de tus sueños y deseos, el pacto secreto entre dos desconocidos para imaginarse mutuamente. La razón de ésta necesidad humana de inventarnos al otro, y exigirle, a pesar de las broncas cotidianas, que se adapte a esa ilusión que hemos hecho de él. No llego a imaginarlo. Pero es que la vida, en fin, aún sigue siendo para mi un misterio, y espero que lo siga siendo.

Pd: Hasta el fin de mis días, señal que no he perdido la capacidad de sorprenderme.

sábado, 5 de julio de 2008

ONCE UPON A TIME...

O lo que viene a ser lo mismo, “Érase una vez que se era…” , así empezaban todos los cuentos que de pequeño me contaba mi padre, increíble que un electricista de los años setenta en España pudiera tener tanta imaginación, aunque pensándolo bien, no era más que una de las vías de escape de las que gozaba su generación.

Después llegaron los audio cuentos, cosa que aprendes después de los años que se llamaban así, para ti, y para toda tu familia siempre fueron “las cintas de los cuentos”. En ellas también todo empezaba igual, o casi, es decir, si no era “Érase una vez que se era…” , se aplicaba la fórmula reducida de “Érase una vez…”. La diferencia de esos “Cuentos”, comparados con los de mi padre radicaba en que todo era “muy lejano”, así pues, la fórmula inicial de los relatos rezaba “Érase una vez, en un pueblo/reino/aldea/bosque/etc… muy lejano…”. Con el devenir de los años y gracias a Shrek me enteré que “muy lejano” no implicaba lejanía solamente, sino que también era un topónimo, si lo pones en el G.P.S. aparece junto a Hispanisnopla. En fin, que me pierdo, en esas cintas de cuentos, permítanme que las llame así pues es como las he llamado toda la vida, aprendí que existía un sastrecillo valiente que le hizo un traje a un vanidoso Rey que no podían ver los necios, que hubo un tal Jorge que mató a un Dragón, que habían dos hermanos que entraron en un bosque y se metieron en una casa de chocolate, ratones voladores, gatos con botas de siete leguas (y yo con esa edad aún dudando de los escaloncitos del sistema métrico decimal), en definitiva, un mundo desconocido que siempre empezaba con el “Érase una vez…” y del que aprendí a imaginar y a soñar.

Más tarde, y con más uso de razón me empezaron a llevar al cine, donde las películas que más me gustaban seguían empezando igual, y produciendo el mismo sentimiento de evasión de la realidad y aprendizaje que las cintas de cuentos, así aprendí que existía un niño que siempre vestía de verde y que llevaba una pluma en la cabeza, que volaba por las calles de Londres y buscó a una tal Wendy para que le cosiera la sombra. ¡Asombroso…! También descubrí madrastras malas que daban manzanas envenenadas y que hablaban con espejos y hermanastras que siempre eran feas, y que el príncipe, por muy tonto que fuera siempre tenía suerte(bueno eso no ha cambiado, a mi me pone la Leti y el príncipe es … Sí, estoy con vosotros, yo creo que se hace el tonto). En fin, que éste nuevo mundo derrochaba colorido y sonido, y que por más que quisieras contarle la historia a alguien siempre tenias que empezar por el consabido “Érase una vez…”.

Con el tiempo y el toque macarrilla que se vivía en mi barrio todo esto empezó a borrarse de mi memoria, o al menos a pasar a un segundo plano, pues los que me conocen saben que mi mente absurda es incapaz de borrar datos inútiles, y pasamos a los cómics, y después a los libros de “Los Cinco”, que grandes aventuras se montaban en mi mente en la penumbra del salón en las largas tardes de verano, cuando mi abuela aún no me dejaba bajar a la calle alegando que hacía todavía mucho calor, y después, casi de inmediato, aparecieron los Dumas, los dos, padre e hijo incluido con sus “veinte años después”, y Julio Verne, con el que viajé a la luna, al centro de la tierra, a la que también rodeé en setenta y nueve días, y conocí al gran Nemo, bajo agua, creo que llegué viajando hasta el fin del mundo, pero no me echen mucha cuenta en eso, no lo recuerdo bien.

Ivanhoe, dónde por primera vez descubrí lo que significaba ser judío en la edad media, La Isla del Tesoro y Long John Silver, que me enseñaron a leer los mapas, no muy bien lo reconozco, pues al afirmar esto seguro que hay más de una que se parte el pecho de reírse, y atravesé el Misisipi con Tom y Huckleberry, y leí por quinta vez “Le Petit Prince” y le encontré de nuevo mil significados distintos, etc… fueron asaltando mi imaginación, perdónenme todos aquellos autores que olvido, hasta que apareció J.D. Salinger, y “El Guardián entre el centeno”. Desde aquí ya no hubo malos ni buenos definidos, todo era complicadísimo, tanto como la vida misma. Desde ese instante empecé a añorar aquel “Érase una vez…” que tan sólo vi en un relato corto que hablaba de los “Alfabetium Exempla”, pero eso es otra historia y además era igual de complicada que la vida, así que para comenzar mi blog quería rendir ese pequeño tributo a todo aquello que me hizo crecer como lector, que es el paso previo para crecer como escritor.

Buscando nombre para el blog me topé con un relato clásico por accidente en el E-mule, y cuando me dispuse a escucharlo me dí cuenta que a mi Windows Media le faltaba una actualización, y no dejaba actuar la versión castellana del mismo, pero he de reconocer que se me volvieron a poner los pelos de punta cuando el narrador de Pulgarcito dijo “Once Upon a Time …”

PRÓLOGO

Decía Stendhal que "Lo más prudente que acaso hay es hacerse a sí mismo su propio confidente". Disculpenme pues los que me vean presuntuosos con éstas líneas, pero mi blog nace sólo con esa pretensión, la de poder confiarle mis propias confidencias.
Siento desilusionar a la política de los blogs, pero ya he dicho que éste no es un blog a lo tradicional, no me siento innovador ni necesito reconocimientos basados en el "ole que bien escribes" ni en ningún otro cumplido o estulticia(sí, ésta palabra existe, busquenla en un diccionario, pero si sienten pereza les diré que procede del Latín "estulto"), Tan sólo pretendo contar algo que en principio me agrade a mi por el hecho de deshacerme de determinados pensamientos y calmar mi alma.
A contrario sensu, si consigo calmar mi alma y proporcionaros un rato agradable, ya sea de risas, de intriga, de sentimientos, ¿Qué se yo?... En ese caso supongo que la felicidad será plena, al igual que si os incito a discutir/dialogar en los comentarios, señal de que la cosa va bien y de que todos aprendemos de todos.
Sin más, y esperando a las Musas, que bajen a mi cabeza y lleven mi pensamiento al tan ansiado Helicón culmino éste prólogo, esperando no resultar demasiado pedante ni retorcido.
Pd: Espero que las Musas no tarden mucho, pues la paciencia no está entre mis virtudes.