lunes, 25 de agosto de 2008

VIAJE A LA NOSTALGIA.

He tardado un poco en volver a crear una nueva entrada, lo se, y por ello pido disculpas a mis habituales lectores. Las razones son varias. Una es la pereza que produce sentarse en la época estival ante las teclas del ordenador, otra los numerosos compromisos sociales que me impiden tener un rato de paz para poder ordenar mis ideas y darles la forma adecuada de una entrada digna, por todo ello pido perdón a los que demandan algo más de su lectura habitual y les doy las gracias a su vez por seguir mis pequeñas historias.

El caso es que entre muchos de los compromisos a los que he tenido que acudir en ésta pasada semana, hubo uno que me gratificó enormemente. Tuve que marchar a la sierra norte de Sevilla, al pueblo de mi padre, La Puebla de Los Infantes. Muchos no sabrán donde se encuentra, y poco importa para lo que os quiero contar, añadir que no es más que un municipio de sierra, como tantos otros de la provincia, con su particular encanto de conservar aún tradiciones milenarias como la recogida de la siembra o el vareo de los olivos. Poco llama la atención al forastero, como dicen allí a los que no habitan en el municipio desde hace más de dos generaciones, pues como yo, son muchos los que acuden sólo a la feria del 15 de Agosto, cuando procesiona la Virgen de Las Huertas, que como toda imagen mariana de pueblo tiene una bonita leyenda ideada probablemente por el párroco de turno para atraer feligreses.

En definitiva, la población en esos días aumenta considerablemente, pasando de los 1200 habitantes censados a los 5000 familiares que vamos a visitar a nuestros parientes, creando pues una microciudad cosmopolita, enriquecida por todos los que regresan periódicamente tras el gran éxodo migratorio de los años sesenta. Es enriquecedor encontrar a viejos amigos con los que acostumbraba a pasar los tres meses de verano y saber de sus vidas, volver a ver a la familia, a la que escasamente ves tres veces al año, pero que seguimos conservando ese sentido de clan alrededor de la indivisa propiedad que dejaron en herencia mis bisabuelos.

Dentro de esa propiedad, cada estirpe del clan tenemos un espacio del que se encargan las mujeres de la casa, no es que yo sea machista ni nada por el estilo, es que las costumbres no se cambian de la noche al día y la sociedad rural se mantiene atada al sistema matriarcal que crearon nuestros ancestros. Pues bien, dentro de este espacio, sin fronteras familiares acotadas, todo sea dicho de paso, tengo mi pequeño cuarto, y digo cuarto ya que no lo considero mi habitación, pero sí llegué a considerarla así antaño, en el pasado, en el momento de vivir aquello de las primeras cervecitas a escondidas, los primeros cigarrillos, las multitudinarias pandillas compuestas por infinidad de miembros de distintas provincias, incluso de distintas nacionalidades, los primeros amores (no los grandes, que eso los tengo reservados en otra parcela de mi vida y para mi particular niña de los ojos verdes), pero sí los primeros, que al ser tales conservan esa idea de frescura e inocencia propias de la edad. Mis deberes de matemáticas, que siempre fueron para mi asignatura pendiente del verano y que tras aprender las cuatro reglar básicas se convirtieron más tarde en una de mis asignaturas favoritas, los de química, que nunca llegué a aprender del todo, y todo ello a la hora de la siesta, y todo ello en mi cuarto, en el que entra la luz desde la ancestral persiana de madera con polea circular accionada por una cuerda.

Quedaba allí, aún, mi primer radio cassette, y ese día, ya sin deberes y con la mera intención de dormir la siesta accioné el botón de encendido. Como un misterio escondido que se encontrara esperándome empezó a sonar una canción que me dejó extasiado, comienza así, y como sigo siendo torpe en labores informáticas os dejo el enlace para que disfrutéis de ella, seguro que todos tenéis un lugar así.
" Donde nos llevó la imaginación... ".

viernes, 15 de agosto de 2008

Amores Imposibles.

Vagueando por las ondas radiofónicas escuché no hace mucho una historia que por simple me cautivó. No se si seré capaz de reproducirla fielmente debido a mi memoria de pez, lo que sí se y querría es haceros partícipes de éste bello relato, que como digo, vino a mi oído en una calurosa y no menos bella noche de agosto.

Cuenta la leyenda, que el Sol y la Luna cayeron prendados uno del otro la primera vez que se vieron, a partir de entonces iniciaron una relación nada convencional, llena de amor, pasión y ternura. El mundo, por aquel entonces, aún no existía, pero el día en que Dios decidió crearlo, doto a los dos amantes de su particular brillo, otorgándole al Sol la Luz del día y a la Luna la de la noche, condenándolos por tanto y para siempre a vivir separados.

La Luna, a pesar del brillo otorgado fue apagándose poco a poco, debido a la tristeza de sentirse apartada de su ser amado, en cambio el Sol fue fortaleciendo su título, llegando a ser llamado “El Astro Rey”, pero el título no lo hacía feliz, haciendo sentir sobre el mundo sus enfados y berrinches involuntarios y no sabiendo modular su calor debido a sus ataques nostálgicos, provocando así los desiertos y las zonas áridas que aún quedan en nuestro planeta.

El Creador disgustado por la situación los llamó a los dos al orden, y en audiencia privada les habló de la siguiente manera:

- Tú, Luna, iluminarás las noches frías y calientes del planeta, serás objeto del elogio de los poetas y proyectarás tú luz sobre los amantes, encandilando a los enamorados y consolando a los que sufren el desamor. En cuanto a ti Sol, iluminarás los días, darás calor al ser humano y lo harás así más feliz, serás por tanto el más importante de los astros. Marchad y cumplid con vuestro destino.

La Luna más triste se puso con ese cruel destino y lloró amargamente, el Sol al verla tan triste, decidió que no podría ser débil, ya que debía darle fuerzas y ayudarla a aceptar lo que Dios había decidido, pero preocupado por la tristeza de la Luna marchó a hablar con el que todo lo puede, rogándole de ésta manera:

- Señor, ayuda a la Luna, es más débil y frágil que yo, y no soporta la soledad de su destino.

El Señor, comprendiendo su involuntario error por haber separado irremediablemente a los amantes creo las estrellas del firmamento para hacerle compañía a la bella Luna, y la Luna recurre a ellas cuando está muy triste, pero a pesar de que ellas hacen todo lo posible por complacerla, hay veces en que no logran levantar el ánimo de la dulce Luna.

Hasta la fecha, ambos viven así, separados. El Sol fingiendo que es feliz en su posición de “Astro Rey”, pues no puede permitirse debilidades, y la Luna sin poder disimular su tristeza. El Sol vive ardiendo de pasión por ella, y la Luna vive en las tinieblas de su pena.

Algunas fuentes dicen que la orden de Dios era que la Luna debería de ser siempre llena y luminosa, pero no lo logró… porque es mujer y una mujer tiene sus fases, que por lo general son de 28 días. Cuando es feliz, consigue ser llena, pero cuando es infeliz es menguante, ni siquiera es posible apreciar su brillo. Luna y Sol siguen así su camino, él solitario pero fuerte y ella acompañada de la estrellas pero débil.

Es de esa debilidad de la que se intentan aprovechar los hombres, que intentan conquistarla (como si eso fuera posible). Algunos incluso han llegado a ir hasta ella, con halagos y presentes, pero siempre volvieron solos, nadie consiguió atraerla, quizás porque aún no ha olvidado al Sol, o quizás porque aún, aunque distantes, alguna que otra vez logran verse a escondidas.

Cuentan que Dios, decidió que ningún amor en éste mundo fuese realmente imposible, y fue en ese instante, mediante complejos cálculos matemáticos, cuando concedió a ambos una gracia, los armó de movimiento, permitiéndoles hasta la fecha lo que se conoce como el Eclipse. Sol y Luna viven esperando esos momentos que les fueron concedidos y que tanto cuestan que sucedan.

En ese acto de amor llamado Eclipse, el Sol cubre a la Luna o viceversa, echándose uno encima del otro, amándose y liberando tal brillo, que se aconseja no mirar en ese momento al cielo pues tus ojos pueden verse cegados al ser liberado tanto amor.

En fin, ya sabéis la bella historia de amor del solitario Sol y de la triste Luna, y sólo recordaros que tarde o temprano puede ser también la vuestra, pues los hilos del destino sólo son manejados por el creador, y como bien dijo el profeta, “Los caminos del Señor son…”

Pd: 16 de agosto de 2008. Eclipse de Luna en el signo de Acuario.

domingo, 10 de agosto de 2008

ESA COSITA

Suelo reunirme los viernes con un grupo de personas, perdón, de grandes personas, en torno a una barra compartiendo una pasión, nunca mejor dicho, común. Pero no voy a hablar de ello, hermanos, no os asustéis, lo que pasa bajo la parihuela cuando están los faldones puestos debajo se queda. Aunque sí que haré referencia a un comentario que se hizo, medio en broma medio en serio que me tiene dándole vueltas a la cabeza desde entonces.

En él, el comentario, uno de los tertulianos hablaba de una Hermandad que tiene su sede en la iglesia que hay delante del final de la calle Regina, agrupando a ésta entre las Hermandades de la calle Feria. Otro de los presentes le increpó, alegando que no, que no es así, que las Hermandades de la Calle Feria tienen “esa cosita” que les da su sitio especial entre las corporaciones sevillanas.

En el momento no le presté atención al comentario más que como una simple gracieta, un requiebro de la bien sembrada verborrea del tertuliano en cuestión, pero se me clavó en la mente. Yo, ario de San Lorenzo, tengo el enorme honor de pertenecer a más de una de esas Hermandades de la Calle Feria, una por amistad y por verla crecer desde chica, y a la que no haré referencia porque son otros los motivos que me unieron a ella, y otra, a la que me vinculo un gran amigo, desobedeciendo incluso las directrices de mi señor padre y de la que no entendí nunca demasiado bien como mi progenitor llegó a recabar allí, pues él también es ario de San Lorenzo.

El caso es que tras montarme en mi vehículo me puse a pensar si yo tenía “esa cosita”, es decir, si era digno de pertenecer a esa Hermandad, y lo que es más importante, ¿Qué es “esa cosita”?

Buscando una definición para poder encuadrarla se me vino a la mente la forma de expresarla por parte del tertuliano anteriormente mencionado, la dijo entornando los ojos y con la cabeza ligeramente ladeada hacia la izquierda, mientras con el pulgar de su mano derecha acariciaba su anular y corazón al mismo tiempo en un movimiento circular siguiendo el sentido de las agujas del reloj. Sí, eso es “esa cosita”, pero ¿Cómo expresarlo?

Llegué a la conclusión de que no es una cosa sola, que es una mezcla de sentimientos nacidos todos de un mismo barrio, que lleva en ella la sabiduría de la gente de la calle, de La Calle Feria, del Jueves, de el mercado de la parte ancha, y de toda la idiosincrasia de La Plaza de Los Carros. Con ésta idea me fui satisfecho el viernes a la cama.

No fue suficiente por lo visto para mi mente, pues en la cama reviví un sueño en el que vi al Señor de La Oración revirando en Alemanes hacía Argote de Molina, el paso cuadrado y a compás, sin ir para atrás, y cuando llega el cambio yéndose con el costero largo de la poca vergüenza, recogiendo un poquito y volviendo a los cinco pasitos del vacilar sin fin, pero claro, eso tampoco es una definición.

Me levanté el Sábado perturbado por la misma idea, pero entre unas cosas y otras, unidas a una celebración familiar fuera de Sevilla, se fue diluyendo el tema, hasta que llegó la hora de regresar a Sevilla, la soledad y tranquilidad del coche me pusieron de nuevo en alerta, hasta que llegué a mi casa y lo miré a los ojos en busca de una respuesta, y la encontré.
Encontré en su mirada “esa cosita”. Terminó entonces la búsqueda de toda definición posible.
Él es un Todo, y como tal no puede ser definido, por tanto, tampoco se puede definir una parte de ese todo sin obviar “esa cosita”, que ahora sí se lo que es y presumo de tenerla, tanto para lo bueno como para lo malo, sin olvidar que sigo siendo de San Lorenzo pero que se me da bastante bien ser adoptado tanto por Él como por mis arios de la Calle Feria.

"Esa Cosita"


domingo, 3 de agosto de 2008

TARDES MITOLÓGICAS

Es curiosa la forma en la que se van acumulando objetos inservibles en una habitación concreta de la casa. La razón, creo yo, es la comodidad de poder soltar dichos objetos en una habitación vacía, así no perdemos tiempo jamás en ordenarlos, ni en pensar a que posible segundo uso podemos destinarlos.

Pero llega un momento en el que la puerta de esa habitación ya no vacía no puede ni cerrarse, y no te queda más remedio que perder…no, perder no, dedicar un día de tu vida a hacer acopio de cosas útiles y de cosas inútiles que se deben tirar.

Fue así, en una caja llena de papeles dónde los volví a ver, mis viejos apuntes de Griego. Sí, yo hice letras puras, y en tercero de B.U.P., sí, también hice B.U.P. se daba Griego. Ciertamente nunca fue una asignatura que me llamara demasiado la atención, de lo poco que recuerdo es que era como el Latín pero con un alfabeto distinto, lo que le daba cierto grado de diversión, por aquello de poder escribir un lenguaje que pocos pueden entender. Aunque lo más curioso de la asignatura era que de las tres horas lectivas que teníamos semanalmente, una de ellas estaba dedicada a la mitología.

Rápidamente obvié todo lo que olía a gramática y a declinaciones y me lancé a la búsqueda de los temas mitológicos, en concreto del mito de Prometeo, que siempre fue un relato que me encantó, al igual que su posterior evolución y adaptación a la religión católica.

Cuenta la leyenda -en realidad lo cuenta Esquilo en una de sus tragedias pero es que así queda más místico ¿no?- que el Titán Prometeo, harto de que los hombres veneraran con más fervor a Zeus que a él mismo decidió sacrificar un buey en honor del Dios del cielo y el Trueno. Preparando el sacrificio dividió la res en dos sacos de cuero, introduciendo en uno la carne jugosa y blanda y en el otro sólo los huesos del mismo, eso sí, untados con grasa. Posteriormente invocó a Zeus y le dio a elegir entre los dos sacos. El Rey de los Dioses del Olimpo movido por el olor y la codicia eligió el saco de huesos. Cuentan que las risas de Prometeo llegaron a todos los confines del Cosmos, y que hasta el gran Atlas que sujetaba el mismo sonrió al tener conocimiento de la noticia.

Zeus indignado y conocedor del amor que Prometeo sentía por la raza humana castigó a éste retirando el don del fuego de la faz de la tierra. Los yunques de las forjas dejaron de sonar, y de ellos no volvieron a salir arados ni herramientas con los que trabajar la tierra, no hubo lámparas para cuando el sol descendía y cedía el mundo a las tinieblas y los niños y ancianos no tenían lumbre en la que calentar sus huesos o asar las carnes especiadas que emitían efluvios a través de las chimeneas. La raza humana se sumió en la tristeza al perder uno de sus bienes más preciados.

Prometeo, sintiéndose culpable por el hecho, y haciendo uso de su rango como Titán, sabía que existía una gruta sagrada en una isla que llegaba hasta la fragua de Hefesto, en el centro de la tierra, donde ardía el conocido fuego perenne (algunos autores asocian la descripción de ésta gruta sagrada con el túnel volcánico más largo del mundo, que se halla en Lanzarote, conocido también como túnel de la Atlántida o puerta del infierno, de hecho hasta se sienten orgullosos de un gracioso diablillo que dicen, los lugareños, custodia las puertas del reino del maligno). Como decía, que me pierdo, Prometeo viajó hasta la gruta sagrada y robó el codiciado fuego en el tallo de una cañaheja, por ser el material más apropiado para poder ser transportado con celeridad y sin que se apague, y así se lo devolvió a los hombres.

El Rey de los dioses montó en cólera al ver arder de nuevo las chimeneas de los hombres y condenó a Prometeo a que fuera encadenado por Hefesto en el Cáucaso y que un águila, le devorase el hígado de día, hígado que al caer la noche se reproduciría para volver a ser devorado a la salida del sol, es el riesgo que se corre si eres inmortal (y ahora que nos diga Hollywood lo originales que son sus guionistas con aquello del día de la marmota). No más cruel fue el castigo que les tenía deparado a los hombres, para los que Zeus ordenó a Hefesto que moldease a una mujer de barro a la que el Dios le dio vida, y se la mandó como esposa a Epimeteo, el hermano de Prometeo, que previamente le había advertido que no aceptase ningún regalo de los dioses. Haciendo caso omiso de ello Epimeteo aceptó el regalo de Zeus y se desposó con la mujer de barro, a la que previamente se le había entregado un ánfora con todos los males conocidos, ánfora que no debía abrir, aunque la curiosidad de Pandora fue superior a la advertencia y terminó destapándola (¿Os suena de algo ésta historia? De lejos sólo ¿Verdad?).

Pues el hecho duró hasta que un día Heracles, Hércules para los amigos de la mitología latina, pasó por allí de camino al jardín de las Hespérides, y de un flechazo mató al águila. En agradecimiento Prometeo reveló a Heracles el modo de obtener las manzanas de las Hespérides. Zeus no volvió a castigar a Prometeo, no olvidemos que Heracles es el hijo favorito de éste y se supone que en agradecimiento la dejó en libertad y le restauró sus honores, sólo le obligo a llevar consigo un anillo al que se le engarzaría un trozo de la piedra a la que había sido encadenado.

Los atributos de Prometeo fueron después adjudicados a Santiago apóstol, es decir, sus báculo, sus zapatillas aladas, su brizna, por esa inteligencia que siempre tuvo la iglesia católica de amoldar su doctrina a los mitos paganos para aumentar así el número de fieles.

En definitiva, que sigo teniendo un cuarto sin ordenar y que he de ponerme a ello. Espero que mi forma de relatar tan conocido pasaje mitológico no os aburra. A mi, particularmente, me apasiona la mitología, en ella puedes observar como los temas que hemos tratado los hombres siempre han sido los mismos, por más que ésta historia date del siglo VII a.c., y es que la Grecia clásica se parecía demasiado a la actual Venezuela, ya que aunque en una pudiese gobernar un tal Chávez o un tal Solón, siempre hicieron telenovelas y con un gran índice de audiencia.