Sabía que me hacía daño, mucho daño, pero continué siempre con nuestra nociva relación, hasta que un día me planté y conseguí abandonarla.
Fui feliz durante un tiempo, pero añoraba el tiempo pasado junto a ella, cada minuto, cada segundo. Era en esas ocasiones cuando aparecía mi otro yo, el que tiene necesidades inconfesables. Él tiene esa necesidad, y yo lo sufro dentro de mi, como miles de voces escondidas susurrándote “así es la vida”. Y luchas contra la presión, una creciente necesidad que te engulle como una ola, pinchando, provocando y obligándote a alimentarla. Pero los susurros aumentan hasta convertirse en gritos, y son la única voz que oyes. La única voz que quieres oír. Y estás a merced de ella, de esa sombra de ti mismo, de ese…oscuro otro yo que te empuja a ella. El oscuro pasajero.
Me llamo J.A.S. y no estoy seguro de lo que soy cuando estoy sin ella. Se que hay algo…oscuro dentro de mi, y lo escondo. Nunca hablo de ello, pero está ahí, siempre. Es un oscuro pasajero que me empuja a ella, y cuando él toma el control me siento vivo. Harto de la emoción del que hace algo que no está bien, y no me opongo, no quiero hacerlo. Es lo único que tengo. Nada más podría amarme, ni si quiera…ni si quiera yo mismo.
¿O es sólo una mentira que me cuenta el personaje oscuro? Porque últimamente hay momentos en los que siento…conexión con algo más, con alguien, como si la máscara se esfumase, y las cosas, y las personas que nunca me habían importado empezaran a importarme cuando estoy sin ella y sin mi pasajero.
Todo esto me da mucho miedo.
Me molesta la gente que dice que en ningún caso lograría entender lo que ellas han vivido, pero ningún ser vivo podría soportar mi verdad. Ella siempre sospechó que escondía algo, ahora lo sabe. Sabe que quiero abandonarla para siempre.
Creo que mi diablo ha bailado con su demonio y la canción del violinista está lejos de acabar, pero en algún momento ha de empezar a apagarse. A veces me imagino que ocurriría si destapara todo lo que tengo dentro y la rechazo, espero saberlo, mientras tanto vivo escondiéndome cuando estoy con ella. Mi supervivencia depende de ello.
Si los ojos son el espejo desalma, el dolor debe ser la puerta hacía ella, y mientras esté cerrada es la barrera entre el saber y el no saber. Si te alejas de ella seguirá cerrada para siempre, y si la abres y la atraviesas el dolor se volverá una realidad.
Y ahora he de luchar por mi propia supervivencia y abandonarla, algo que siempre supe que llegaría. Llevo toda la vida preparándome para esto. Cuando todo se acabe espero haberla olvidado para siempre.