miércoles, 14 de enero de 2009

AYER REGRESE DEL FIN DEL MUNDO


Acabo de regresar del fin del mundo, otra vez. No entiendo muy bien que me lleva una y otra vez a dicho punto geográfico cada vez que visito la región más occidental de nuestra península, es como una voz serena rompiendo en afilados acantilados que me llama y me impulsa a querer ver el Atlántico desde la costa da morte.


Admirando el bramido de las olas mientras asciendo a tan recóndito paraje, las milenarias rocas me hablan de leyendas ancestrales, de náufragos que aseguran haber visto al innombrable soplar las velas de sus naves hacia los afilados lages e islotes invisibles redondeados por el viento.




Una vez arriba, sentado en la musgosa roca que forma parte de la lengua del animal que palpita bajo mis pies, me dispongo a observar la batalla que, como cada día, librará el imponente océano con el astro rey, combate de luz y de sombras, de líquido elemento con tinieblas, de redondez del horizonte con linealidad elíptica de los planetas, de Padre Sol contra Madre Tierra.


La paleta de colores es extraordinaria, inverosímil, rosas apagados, y brillantes a la vez, sublimado por las brumas, rojos anaranjados menguando ante el frío azul cada vez más negro del cielo, y yo allí, siendo testigo de privilegio de tan impagable espectáculo, sintiéndome una pequeña partícula inservible y estéril de las fuerzas ancestrales, de cómo lo cotidiano para unos me resulta único en mi apreciación. De pensar que es algo que ocurre todos los días, (Ó ¿Debería decir noches? Quizás no, porque el día no se acaba hasta que no finaliza la contienda) a sentir que en mi apreciación es un hecho poco rutinario e increíble.


El Mar, o La Mar, como aquí la llaman, ha engullido a la esfera naranja dejando en el horizonte una línea. Hasta éste instante no soy consciente de que, exceptuando el de la vista, mis sentidos se han apagado durante la batalla. Ahora vuelvo a sentir el vendaval en mi rostro, el rugoso y gélido tacto de la roca en mis manos, el intenso y salubre frío de la bruma en mis apéndices y el rítmico latido de la criatura bajo mis pies.

Permanezco inmóvil unos instantes, asimilando lo ocurrido. Inicio el viaje de regreso, ojeo de soslayo el faro que anuncia a los navegantes los sortilegios que encierran éstas costas y me detengo ante el cancerbero cruceiro que preside la entrada o la salida de ésta puerta del Finis Terrae. Me santiguo y entono un murmurado padre nuestro, agradeciendo con él al creador por permitirme regresar, una vez más, de la tierra del fin del mundo.


Miña Terra Galega, Donde El Cielo Siempre Es Gris.
Miña Terra Galega, Es Duro Estar lejos De Tí.


viernes, 2 de enero de 2009

A LA ATENCIÓN DE S.S.M.M. LOS REYES MAGOS DE ORIENTE:

Queridos Reyes Magos de Oriente:

El pasado año no he sido malo del todo, con ello no quiero decir que haya sido del todo bueno, pero es que nadie es bueno ni malo del todo. Hubo otros años en los que fui más malo, lo noté el pasado año ya que pude dormir mejor y tuve menos problemas de conciencia, claro que el año anterior al pasado estaba un poco más activo y en el pasado me he dedicado a verlas venir y a esquivar las tempestades como buenamente he podido.

La vida me ha dado algunas que otras sorpresas el pasado año, tanto agradables como desagradables, no os sabría decir de que clase han abundado más, creo que la balanza ha estado muy equilibrada, pero también hay que tener en cuenta que tanto en las duras como en las maduras he hecho todo lo posible por minimizar tanto el éxito como el fracaso; lo primero para no suscitar demasiadas envidias, y lo segundo para no causar demasiados daños colaterales, aunque para ello me haya tenido que comer parte de mi orgullo y renunciar a cosas que realmente amaba. Por consiguiente, creo que ha sido un año de altibajos muy pronunciados, hubo meses en los que fui enormemente dichoso y desgraciado a la vez, pero intenté que los que estaban a mi alrededor no sufrieran estos cambios repentinos de mi sino usando mi coraza de la sonrisa cuando fue necesario o el tren del olvido cuando no hubo más remedio.

Me porté mal con personas que realmente me importan, pero tras reflexionar intenté solucionar dichos problemas. Ha sido un año de sinceridad, y claro, la sinceridad, aunque dicen que es una virtud, es también un arma de doble filo, sobre todo cuando la muestras en público. Hay gente que siempre sale perjudicada cuando se lava la ropa. Por otra parte, y en el mismo sentido, mis allegados me metieron las cabras en el corral más de una vez, pero en fin, son cosas que pasan y que volverán a pasar, no en vano me enorgullezco de tener los amig@s que tengo por ésta razón. (y por muchas otras que ahora no vienen al caso)

En fin SS.MM., que me he dedicado a vivir sin dejar de amar al prójimo, pero sin amarlo tampoco sobre todas las cosas, tarea arduo difícil, pues si difícil es poder cumplir los diez mandamientos de la ley de Dios, más difícil es el que nos encasquetó por último el catecismo ese que tuvimos que aprendernos de memoria los que hicimos la primera comunión a mediados de los ochenta.

Por eso para 2009, Graciosas Majestades, creo que sólo os pediré Salud para mi círculo familiar y de amigos (modificado ya que a algunos no le gusta la palabreja "amistades"), que la riqueza,(ojo, de espíritu), el buen humor y la cordura, ya lo pondremos nosotros aún en las situaciones más adversas.

A fin de cuentas no he sido tan malo, así que si os sobra algo del presupuesto…¿Me podéis traer el disco de Miliki? No es broma Majestades, lo pido de verdad, que seguro que a Baltasar le sobra uno del Top Manta.


Pd: Feliz 2009 a tod@s.