viernes, 12 de septiembre de 2008

LA MUJER QUE YO SUEÑO.

La mujer que yo sueño nació en las praderas rojas del mar de mis destierros. Vivió encerrada en su olvido, feliz como todos y sin ser consciente en su infancia, de cómo las gastaba éste sucio mundo. Y en su ignorancia crecía, jugando con sus hermanos y primos, con sus muñecas y su elástico.

La mujer que yo sueño fue dejando atrás su infancia, y se fue dando cuenta que sus padres no se amaban igual todos los días, pero que al fin y al cabo se amaban.

La mujer que yo sueño se enamoró de un muchacho de su pandilla, del que aún guarda buenos recuerdos. Creyó que ese era el amor de su vida, hasta que la misma vida rompió los ideales sueños de la adolescencia y los fue transformando en rutina.

La mujer que yo sueño probó el elixir del carmín en sus labios, descubrió los secretos de la imagen y la imbecilidad de los hombres al descubrirla, y se hizo fuerte en su posición de reina. Jugueteó con unos y otros, ganó y perdió en amores, pero aprendió de todos, creando con ello la primera criba, la primera lista de prioridades mientras seguía añorando infantiles épocas de muñecas y elásticos.

La mujer que yo sueño se creyó dueña de su destino, sin saber que es el destino el amo y señor de todos los sueños, y cayó, y resucitó cual mitológico Fenix, aliándose con Las Parcas para no volver en los errores de antaño.

La mujer que yo sueño aprendió a dar amor, y a recibirlo sin exigir nada a cambio, empezó a ser la persona que ella soñaba, empezó a conseguir sus objetivos, y aunque de vez en cuando pide ayuda para su alma, se sabe tan fuerte que considera que ya nada la hará flaquear, pues su coraza de los bagajes le impide volver a cometer errores pasados.

La mujer que yo sueño me permitió que la amase, y yo, mongolo de la vida o del destino no quise o no supe dar todo lo que debiera. En ese momento, en el de amarla, dejó de ser la mujer de mis sueños para convertirse en la mujer del presente, más al desaparecer posteriormente se convirtió en la mujer añorada.

La mujer de mis sueños ya no existe físicamente, es el cúmulo de todas las buenas cualidades de las mujeres de mi vida, y realmente no quiero que exista, pero la añoro tanto…


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una pena. La mujer de tus sueños nunca debió perder esa cualidad sólo por estar a tu lado.

Debería ser compatible ser la mujer de tus sueños con ser la mujer de tu presente, es la única fórmula que conozco para que no acabe siendo la mujer añorada.

En cualquier caso, no importa, a estas alturas es sólo un recuerdo...

Precioso, por cierto.

Besitos.

Ah, y no eres mongolo, errar es humano. Eso sí, toma nota para la próxima...

Anónimo dijo...

A mi me mola mas la madre...


Ciao

Anónimo dijo...

una pena? una pena perder la esperanza de encontrarla, y mientras eso no suceda...

Neverknowsbest dijo...

La mujer de tus sueños olía a sándalo y madera, a hierba y a soles de Otoño. La mujer de tus sueños olía a conversaciones frente a una Coca-Cola, olía a aire frío en la cara y a melocotones en Verano, olía a sonrisas entre edredones y a helado que chorrea, a risas de niños y a estufa y a enaguas.

La mujer de tus sueños olía a tus sueños... y se llamaba Libertad.

Y es que me gusta tanto leerte... que se me va la pinza.

J.A.S. dijo...

@ Anónim@, sí que es precioso el recuerdo, errar es humano, pero el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra( o tres o cuatro), y la verdad, si estuviera ella, y parafraseando a Ricardo Arjona, haría otra vez lo mismo, sólo que sin esconderme, pero volvería a tropezarme.

@ Perezoso, ya se que te gusta más la madre, y aunque esa no sea la cuestión de la entrada, estoy en mi fase Octavia.

@ L. Chapman, no he perdido la esperanza de encontrarla, o quizás de reencontrarla.

@ Neverknowbest, has dado en el clavo, a todo eso olía y sabía, u olerá y sabrá, pues la libertad, a la vez que mutante es subjetiva, cada cual tiene su propia idea de ella. Gracias por tus bellísimas palabras.

Un Abrazo a tod@s.