domingo, 3 de agosto de 2008

TARDES MITOLÓGICAS

Es curiosa la forma en la que se van acumulando objetos inservibles en una habitación concreta de la casa. La razón, creo yo, es la comodidad de poder soltar dichos objetos en una habitación vacía, así no perdemos tiempo jamás en ordenarlos, ni en pensar a que posible segundo uso podemos destinarlos.

Pero llega un momento en el que la puerta de esa habitación ya no vacía no puede ni cerrarse, y no te queda más remedio que perder…no, perder no, dedicar un día de tu vida a hacer acopio de cosas útiles y de cosas inútiles que se deben tirar.

Fue así, en una caja llena de papeles dónde los volví a ver, mis viejos apuntes de Griego. Sí, yo hice letras puras, y en tercero de B.U.P., sí, también hice B.U.P. se daba Griego. Ciertamente nunca fue una asignatura que me llamara demasiado la atención, de lo poco que recuerdo es que era como el Latín pero con un alfabeto distinto, lo que le daba cierto grado de diversión, por aquello de poder escribir un lenguaje que pocos pueden entender. Aunque lo más curioso de la asignatura era que de las tres horas lectivas que teníamos semanalmente, una de ellas estaba dedicada a la mitología.

Rápidamente obvié todo lo que olía a gramática y a declinaciones y me lancé a la búsqueda de los temas mitológicos, en concreto del mito de Prometeo, que siempre fue un relato que me encantó, al igual que su posterior evolución y adaptación a la religión católica.

Cuenta la leyenda -en realidad lo cuenta Esquilo en una de sus tragedias pero es que así queda más místico ¿no?- que el Titán Prometeo, harto de que los hombres veneraran con más fervor a Zeus que a él mismo decidió sacrificar un buey en honor del Dios del cielo y el Trueno. Preparando el sacrificio dividió la res en dos sacos de cuero, introduciendo en uno la carne jugosa y blanda y en el otro sólo los huesos del mismo, eso sí, untados con grasa. Posteriormente invocó a Zeus y le dio a elegir entre los dos sacos. El Rey de los Dioses del Olimpo movido por el olor y la codicia eligió el saco de huesos. Cuentan que las risas de Prometeo llegaron a todos los confines del Cosmos, y que hasta el gran Atlas que sujetaba el mismo sonrió al tener conocimiento de la noticia.

Zeus indignado y conocedor del amor que Prometeo sentía por la raza humana castigó a éste retirando el don del fuego de la faz de la tierra. Los yunques de las forjas dejaron de sonar, y de ellos no volvieron a salir arados ni herramientas con los que trabajar la tierra, no hubo lámparas para cuando el sol descendía y cedía el mundo a las tinieblas y los niños y ancianos no tenían lumbre en la que calentar sus huesos o asar las carnes especiadas que emitían efluvios a través de las chimeneas. La raza humana se sumió en la tristeza al perder uno de sus bienes más preciados.

Prometeo, sintiéndose culpable por el hecho, y haciendo uso de su rango como Titán, sabía que existía una gruta sagrada en una isla que llegaba hasta la fragua de Hefesto, en el centro de la tierra, donde ardía el conocido fuego perenne (algunos autores asocian la descripción de ésta gruta sagrada con el túnel volcánico más largo del mundo, que se halla en Lanzarote, conocido también como túnel de la Atlántida o puerta del infierno, de hecho hasta se sienten orgullosos de un gracioso diablillo que dicen, los lugareños, custodia las puertas del reino del maligno). Como decía, que me pierdo, Prometeo viajó hasta la gruta sagrada y robó el codiciado fuego en el tallo de una cañaheja, por ser el material más apropiado para poder ser transportado con celeridad y sin que se apague, y así se lo devolvió a los hombres.

El Rey de los dioses montó en cólera al ver arder de nuevo las chimeneas de los hombres y condenó a Prometeo a que fuera encadenado por Hefesto en el Cáucaso y que un águila, le devorase el hígado de día, hígado que al caer la noche se reproduciría para volver a ser devorado a la salida del sol, es el riesgo que se corre si eres inmortal (y ahora que nos diga Hollywood lo originales que son sus guionistas con aquello del día de la marmota). No más cruel fue el castigo que les tenía deparado a los hombres, para los que Zeus ordenó a Hefesto que moldease a una mujer de barro a la que el Dios le dio vida, y se la mandó como esposa a Epimeteo, el hermano de Prometeo, que previamente le había advertido que no aceptase ningún regalo de los dioses. Haciendo caso omiso de ello Epimeteo aceptó el regalo de Zeus y se desposó con la mujer de barro, a la que previamente se le había entregado un ánfora con todos los males conocidos, ánfora que no debía abrir, aunque la curiosidad de Pandora fue superior a la advertencia y terminó destapándola (¿Os suena de algo ésta historia? De lejos sólo ¿Verdad?).

Pues el hecho duró hasta que un día Heracles, Hércules para los amigos de la mitología latina, pasó por allí de camino al jardín de las Hespérides, y de un flechazo mató al águila. En agradecimiento Prometeo reveló a Heracles el modo de obtener las manzanas de las Hespérides. Zeus no volvió a castigar a Prometeo, no olvidemos que Heracles es el hijo favorito de éste y se supone que en agradecimiento la dejó en libertad y le restauró sus honores, sólo le obligo a llevar consigo un anillo al que se le engarzaría un trozo de la piedra a la que había sido encadenado.

Los atributos de Prometeo fueron después adjudicados a Santiago apóstol, es decir, sus báculo, sus zapatillas aladas, su brizna, por esa inteligencia que siempre tuvo la iglesia católica de amoldar su doctrina a los mitos paganos para aumentar así el número de fieles.

En definitiva, que sigo teniendo un cuarto sin ordenar y que he de ponerme a ello. Espero que mi forma de relatar tan conocido pasaje mitológico no os aburra. A mi, particularmente, me apasiona la mitología, en ella puedes observar como los temas que hemos tratado los hombres siempre han sido los mismos, por más que ésta historia date del siglo VII a.c., y es que la Grecia clásica se parecía demasiado a la actual Venezuela, ya que aunque en una pudiese gobernar un tal Chávez o un tal Solón, siempre hicieron telenovelas y con un gran índice de audiencia.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tardes o noches mitologicas? uhhhhhh no se

nefer dijo...

El hombre se ha preocupado en cambiar y mejorar todo lo que le rodea, sin pararse a intentar mejorar un poco él mismo.

Por eso los cuentos han cambiado tan poco, ¿no crees?.

Pd.: Mundo e inframundo, no sé si hacerlo.

1BESO.

Anónimo dijo...

Uf, cuán profundo...

Lo siento, a mí me gusta Hércules, ya lo sabes, "tobillos flojos, tobillos flojos..."

Anda, arregla menos el mundo y más la casa...Empieza por pasos pequeños. Para cambiar el orden mundial, mejor empezamos por cambiar nuestra propia habitación, no?

Besitos mil!!

Hellky dijo...

Además si sigues hurgando en tus viejos apuntes tendrás mas cosas que contarnos, a la vez que pones orden en el caos de tu habitación, jejeje.
Besotes.