viernes, 18 de julio de 2008

DESENCUENTRO.(Relato Corto)

Ocurrió poco después de que mi padre muriera en aquel nefasto accidente. Yo volvía del gimnasio con mi hermana, que se había ofrecido a recogerme en coche. Al llegar a casa sonó mi móvil, era Tere . Ella y yo salimos un par de veces antes de que pasara lo de papá. Yo estaba loco, loquito por ella, pero el verano y la distancia hicieron el resto para favorecer que la cosa no llegara a más, y después del tiempo, el olvido.
¿Y ahora éste S.M.S.? Sin dudarlo un segundo la llamé y quedamos esa misma tarde para ir al cine.

Cuando nos encontramos se agachó para besarme en la mejilla. Llegó por detrás y no me dio tiempo a reaccionar antes de sorprenderme de su llegada. No llevaba mucho tiempo esperando en la terraza en la que habíamos quedado, y me extrañó que llegase tan temprano, nunca estuvo la puntualidad entre sus virtudes. Al llegar por detrás tan sólo pude apoyar las manos en la silla y levantar mi tronco un poco, así que no se muy bien si le demostré toda la alegría que debía o se la hice sentir mediante mi expresión, que no encerraba más que ilusión y sorpresa por la puntualidad. Un beso fue suficiente para enlazar una conversación vaga, lisa y llena de formalismos. Era la vergüenza por la nueva situación, pensé yo, y que a medida que continuásemos contándonos nuestras cosas todo mejoraría.

Decidimos acceder con tiempo a la sala, pero con la buena suerte que tengo y la premura con las que sacamos las entradas no pudimos elegir butacas numeradas, y no encontramos tampoco dos juntas adaptadas a las circunstancias, así que localicé una para ella al final de la sala y yo me acomodé en el pasillo, intentando no molestar a nadie, tarea bastante difícil si estás en un pasillo del cine un jueves de estreno.

El inicio se retrasaba y a Tere se le antojó un helado, a mi la idea me hizo gracia, y como buen Quijote de la vida me ofrecí en ir a comprarlo, pero ella se negó alegando que le cuidase el asiento y que me dejara sorprender por el sabor de su elección Se refería a los helados, espero.

Y digo espero porque nunca lo supe, la notaba confusa, distante, demasiado educada y atenta. No soy un lumbreras en temas de pareja, pero sí se cuando se está forzando para agradar y quedar bien. Será el accidente, pensé, unido a mis miedos, ella era una preciosidad, culta, educada, simpática, agradable, soñadora, risueña, y yo creo que ya, no daba la talla.

Sí, sería el accidente, y aquello era compasión, no lo pude soportar, así que cuando llegó le regañé por haber tardado tanto, ella rió ofreciéndome un cucurucho de helado de pistacho, sabor que odio por otra parte, y ya en otro tono menos jocoso le dije que debía ir al servicio, que volvía en un minuto. Cuando enfilé la rampa del cine sabía muy bien que no volvería a la sala, pero como no soy de naturaleza descortés, aunque sí cobarde decidí hacérselo saber a Tere por otro S.M.S.

“Lo siento, no funcionará. No me llames. Te lo agradezco de todos modos. Un Beso”

No lo envié hasta que no me alejé lo suficiente del cine, no quería ver su reacción si llegaba a salir rápido y me encontrase.

Derramé algunas lágrimas y maldije mil veces mi destino. Guardé el móvil en el bolsillo de la camisa y empuñé con las dos manos las dos ruedas de mi silla empujándolas hasta mi casa, en la que mi madre me ayudó a salir del ascensor.
Tras cenar sin pronunciar palabra Mamá, con la mirada rosada sacó las fotos de Papá y mías en la sierra, las de la noche antes de que sufriéramos aquel nefasto accidente.

3 comentarios:

J.A.S. dijo...

Espero que no me odieis por el mal rato, pero las historias bonitas casi nunca se escriben, es mejor vivirlas.

Un Abrazo a tod@s.

nefer dijo...

Y si no hubiese sido sólo compasión. Es más, y si realmente hubiese sido compasión, entonces qué. Si estamos bien con ella por qué salir corriendo. Y si de la compasión se pasa al cariñó y de éste a .....

Creo que Dios nos regaló demasiado cerebro. Creo que deberíamos pensar menos las cosas y dedicarnos a ser felices en este tren, admirando el paisaje sin pensar demasiado cuando y donde estará la próxima parada. Cuando llegue ya veremos, y si estamos cansados del viaje, nos bajamos y esperamos el siguiente sin pensar demasiado en el horario.

1BESO.

Anónimo dijo...

Cierto que a veces, y sólo a veces, deberíamos pensar menos las cosas y simplemente, disfrutar de sentimientos y sensaciones maravillosas. A menudo, el orgullo y el querer adivinar lo que piensa el otro nos juega malas pasadas y nos impide deleitarnos con las mieles de la felicidad.

Una historia, cualquier historia, bonita, alegre, triste, con el final que sea, siempre es mejor vivirla con intensidad.

Bss