jueves, 10 de julio de 2008

MANERAS DE VIVIR

Una vez escuché a no se quién, hace muchísimo tiempo, una reflexión muy acertada, decía “El hombre, como especie, ha organizado sus sentimientos de manera completamente equívoca, vivimos con nuestro o nuestra amante y salimos de vez en cuando con nuestros amigos y amigas, cuando deberíamos hacer lo radicalmente opuesto: convivir con nuestros amigos y amigas y salir de vez en cuando con nuestros amantes”.

La frase, expuesta así en frío, resulta de lo más chocante para nuestras tradiciones, aunque pensándolo bien es cierto, lógico y sensato. Con los amigos puedes compartir más desapasionadamente las minucias cotidianas: de ellos aceptamos los errores y respetamos sus manías, son así decimos y no pretendemos que cambien, somos menos exigentes, más comprensivos. Ésta postura resulta más relajada y ayuda a resistir la pléyade de pequeños mosqueos que suelen presentarse en la convivencia. Un ejemplo, el uso del único baño en una casa compartida por amigos puede estar perfectamente regulado, pero en el convivir de una pareja puede llegar a broncas formidables. Lo mismo ocurre con el olvido de algún cumpleaños, del uso del mando a distancia, de las salidas, de las llegadas. Vivir con un amigo no es el ideal de la tranquilidad, pero sí más calmado, mientras con la pareja la cosa suele complicarse por lo más mínimo sin que sepas muy bien la razón.

Podríamos decir que el énfasis con el que discutimos con nuestra pareja hasta el último euro de un recibo, cuando lo hacemos con los amigos pasamos a ser las personas más rumbosas y desprendidas del mundo, así que pienso que eso es lo que deberíamos revertir, es decir, aprovechar esa pasión para salir a comer juntos, a cenar, a amarnos, lo que suena la mar de bien, y volveríamos después a la madriguera hogareña con los amigos, que no van a mosquearse si llegamos tarde ni se van a considerar menospreciados, ni esperaran en vela. Así visto parece el edén en la tierra.

Lo parece pero no es tan sencillo, Ya está todo inventado, ensayado y probado, y también ese modelo de convivir: amigo en casa y amante en calle. Y no funciona ciertamente bien; empiezan a aparecer los espectros; los ancestros vitales, esos que te dicen que cuando caes en el amor, como dicen los británicos, sólo quieres compartir las 24 horas del día con esa persona, si no lo haces, si no cedes a esa ambición de fundirte con el otro la cosa a menudo se marchita. Convivir con el amigo y citarse con el amante es una fórmula ideal y lógica, pero el maravilloso mundo de las pasiones y los afectos no es ni lógico ni previsible, mucho menos codificable, es más bien básico y visceral. Aunque amamos con el cerebro, con el lado izquierdo concretamente, nosotros sentimos que queremos con la sangre que palpita en nuestras muñecas sin que la podamos controlar, con los sueños, con nuestro aura, con lo que no conocemos de nosotros.

Al amar somos lo que somos, o lo que nunca sospechamos que podríamos llegar a ser, a penas nos reconocemos cuando estamos enamorados, hemos llegado a hacer locuras que después, recobrada la razón hasta nos ruborizamos, aunque espero que nunca nos avergoncemos por ello, yo al menos nunca lo haré. ¿Es cierto que yo hice eso? ¿De verdad le dije eso? ¿Fui capaz de escribirle una carta tan cursi? Pero al mismo tiempo, que fantástica aventura, que emoción, que forma de enajenarse, de cambiar la rutina. Al enamorarnos vivimos otra vida, es como vernos en una película, jamás seremos tan altos, tan guapos, tan sumamente inteligentes y graciosos, libres, espontáneos o creadores que cuando estamos hirviendo en la fiebre de un amor.
Más tarde llega la convivencia, y esa hoguera se apaga, aunque cuando la cosa va bien siempre quedan los rescoldos. Y éste es otro problema, otra aventura oculta hacia nadie sabe donde, es aquí cuando nos molestan las inocentes manías del otro que de un amigo estaríamos dispuestos a pasar por alto. Nos molestamos por menudencias y protestamos por jilipolleces. Le pedimos a nuestra pareja que sea padre y madre, hijo y hermano, amante, amigo, maestro y alumno, cat woman o 007, enfermera, princesa de cuento o cenicienta, pues no hay mayor ambición para el enamorado que la persona querida lo sea todo.

Tal vez sea por eso, por ambicionar eso, por lo que insistimos en vivir con nuestros amantes, aún a costa de los inconvenientes mencionados y la tranquilidad que nos daría el vivir con los amigos. Los amigos son el ancla de los afectos, el sentimiento que macera con los años, el edificio sólido de saber qué es uno y qué el otro y viceversa, son tu base. El esqueleto.

Pero los amantes, tu pareja, es la carne doliente y palpitante, la realización de tus sueños y deseos, el pacto secreto entre dos desconocidos para imaginarse mutuamente. La razón de ésta necesidad humana de inventarnos al otro, y exigirle, a pesar de las broncas cotidianas, que se adapte a esa ilusión que hemos hecho de él. No llego a imaginarlo. Pero es que la vida, en fin, aún sigue siendo para mi un misterio, y espero que lo siga siendo.

Pd: Hasta el fin de mis días, señal que no he perdido la capacidad de sorprenderme.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Los amigos... lo mejor del mundo, como una prolongación de uno mismo, un espejo en el que reflejarse... te conocen y pese a eso, te apoyan, te perdonan, te comprenden y si no te comprenden, te regalan un hombro en el que apoyarte, soportan tus pequeñas manías, y hasta las grandes y, para colmo... es recíproco. Sin embargo, yo personalmente, y que me disculpen los que discrepen, no puedo resistirme a lo siguiente:

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que el cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño,
esto es amor; quien lo probó lo sabe.

Maravilloso y sorprendente, el lado izquierdo del cerebro...

Bss

Anónimo dijo...

Precioso comentario Choquera, soy consciente de haberme sentido así alguna vez, y presuntuoso al soñar que tambien hice sentirse así a alguien alguna vez.

Ibrahím.

nefer dijo...

PUNTO UNO (señal inequívoca de que luego viene el dos)

Choquera, shosho, hacer un comentario tan largo es la antesala de tener un blog, así que ya estás tardando.

PUNTO DOS (que no quiere decir que haya un tercero, pero nunca se sabe)

Ibrahim miarma, cuando se ama a alguien no se le perdona todo, ni se le impone nuestras costumbres, no se tiene que esperar nada, simplemente se le pide a DIOS que sean muchos los años que se discuta por minucias. Tú habrás discutido con mamá, con papá, con tu hermana, con el tito, con la abuela, porque son los que has tenido a tu lado, cuando tengas a otra persona pasará lo mismo, ¿te parece clara la implicación matemática o te la traduzco en forma de ecuación?.

Hay una forma muy fácil para darse cuenta de que se ama a una persona, es como yo me dí cuenta de que era así, simplemente quise desconectar de ella, y la tenía en la cabeza, quise reirme con los amigos, y la tenía en la cabeza, miraba a los pibonazos que siempre los hay y nunca me miran a mí, y ELLA siempre estaba en mi cabeza.

Cuando no puedes quitarte el ALIEN de tu cabeza, no temas, posiblemente mate a "SIGURNI GÜIVER", pero a tí se te terminará "comiendo".

BESITOS.

Anónimo dijo...

ok Nefer, gracias por la lección amigo.
Aunque no siempre 2+2 sean 4 lo tendré en cuenta, pero no me extrañaré si la suma me da 3 alguna vez.

1Abrazo.

Ibrahím.

Anónimo dijo...

A ver, seré breve.

Nefer, creo que me has llamado pesada. No me lo tomo mal, pero sí te digo que lo del blog propio no entra en mis planes. Mucho más divertido, a la par que menos comprometido, leer los vuestros.

Por lo demás, casi de acuerdo con tu alegato. Casi.

Bss.

nefer dijo...

Choquerita cariño, llamarte pesada sería una incongruencia viniendo del más pesado del universo.

Simplemente quería decir, ....., yo ya no se lo que quería decir, sólo era una de mis pamplinas, tu sabes.

1BESO.